Descripción y fundamentación
“Cena para cinco” pretende abordar una temática escasamente frecuentada en nuestra dramaturgia: la del género del terror. Para desarrollarla tomamos prestados algunos códigos del lenguaje del cine, padre estético del género. Partiendo de un espacio: la casa, que cobra vida en relación a los acontecimientos, siguiendo las huellas precarias y determinantes de la luz, reconociendo la importancia de las partes por el todo para contar, hemos tomado el desafío de transmitir aquellas primitivas sensaciones de temor y angustia que nos han generado nuestros más atávicos miedos.
“Cena para cinco” pretende abordar una temática escasamente frecuentada en nuestra dramaturgia: la del género del terror. Para desarrollarla tomamos prestados algunos códigos del lenguaje del cine, padre estético del género. Partiendo de un espacio: la casa, que cobra vida en relación a los acontecimientos, siguiendo las huellas precarias y determinantes de la luz, reconociendo la importancia de las partes por el todo para contar, hemos tomado el desafío de transmitir aquellas primitivas sensaciones de temor y angustia que nos han generado nuestros más atávicos miedos.
“Cena para cinco” va un poco más allá porque busca abrir algunas grietas a partir del humor. Aquel que nos ayuda a decir eso que no puede ser dicho.
Es la historia de una familia, cuatro hermanas, que llevan una vida aislada en una vieja casa. Las mujeres encierran un secreto feroz: se alimentan de carne humana. La única forma que han encontrado para relacionarse con los otros. La única forma “segura”. La única manera de no sufrir.
Es la historia de una familia, cuatro hermanas, que llevan una vida aislada en una vieja casa. Las mujeres encierran un secreto feroz: se alimentan de carne humana. La única forma que han encontrado para relacionarse con los otros. La única forma “segura”. La única manera de no sufrir.
La cotidianeidad de este grupo es rota por un quinto personaje: llega de visita una hermana que fue criada fuera del entorno de las demás. Hermana perdida, vendida, desaparecida que viene buscando recuperar algo. Habrá que ver si ese algo es lo que parece. Y si no es verdad que lo más angelical puede transformarse en monstruoso.
En tiempos donde las relaciones humanas han sido afectadas, donde la trama social está profundamente herida, cómo sobrevivir?...
Más allá del miedo, más allá de las precauciones, hay una cuestión humana fundante e irremediable: no podemos estar solos.
En tiempos donde las relaciones humanas han sido afectadas, donde la trama social está profundamente herida, cómo sobrevivir?...
Más allá del miedo, más allá de las precauciones, hay una cuestión humana fundante e irremediable: no podemos estar solos.
Escenografía
El espacio en el que transcurre la obra es una casa que se concibe como un paisaje interior: un territorio desconocido, que se descubre por partes, siempre imprevisible, como imprevisibles y ajenos son los personajes de las acciones que transcurren en ella.
Esta casa pretende ser un lugar sin datos, sin una planta con una distribución espacial o funcional fija sino que su variable es el tiempo, ahora cocina, ahora dormitorio, ahora sala. Una casa cuya estructura es mínima y “pobre” sin referencias, para permitirse ser lo que cada espectador quiera que sea. Busca entonces ser ese espacio que el espectador le asigne: el de su propia interioridad.
Frente a este espacio variable nuestros puntos fijos son los elementos que lo transforman, que hacen que la cocina sea cocina, que el dormitorio, dormitorio. Objetos y muebles se convierten así en nuestras certezas, en aquello que nos resulta familiar, aquello que nos orienta y nos dice dónde estamos. Estos objetos se convierten en nuestros intérpretes, mediadores entre la acción y el espacio, cobran ( y de este modo hacen cobrar al espacio) una carga semiótica. Nos hablan siempre de quienes lo usan, nos cuentan una historia, nos reflejan a su poseedor. Son lo opuesto a los elementos que transforman el espacio, por eso paneles y luces son reducidos a su mínima expresión: placas de tela y haces monocromos: los objetos, en cambio, se transforman en complejas esculturas expresionistas.
Vestuario
Se aborda desde la valoración de su función expresiva. Desde este lugar se han trabajado los colores de los vestidos. Las cuatro hermanas que viven en la casa llevan vestidos sin color, pensando que el negro y el gris no son colores.
El negro siempre supone oscuridad, encierro, muerte, soledad, desolación, miseria del alma, desamor. Pero es a partir del gris que se plantea un corte, porque este implica una conexión con el blanco. Un destello de vida puede resurgir. Una veta escondida que una vez tuvieron y que las circunstancias oscurecieron.
El espacio en el que transcurre la obra es una casa que se concibe como un paisaje interior: un territorio desconocido, que se descubre por partes, siempre imprevisible, como imprevisibles y ajenos son los personajes de las acciones que transcurren en ella.
Esta casa pretende ser un lugar sin datos, sin una planta con una distribución espacial o funcional fija sino que su variable es el tiempo, ahora cocina, ahora dormitorio, ahora sala. Una casa cuya estructura es mínima y “pobre” sin referencias, para permitirse ser lo que cada espectador quiera que sea. Busca entonces ser ese espacio que el espectador le asigne: el de su propia interioridad.
Frente a este espacio variable nuestros puntos fijos son los elementos que lo transforman, que hacen que la cocina sea cocina, que el dormitorio, dormitorio. Objetos y muebles se convierten así en nuestras certezas, en aquello que nos resulta familiar, aquello que nos orienta y nos dice dónde estamos. Estos objetos se convierten en nuestros intérpretes, mediadores entre la acción y el espacio, cobran ( y de este modo hacen cobrar al espacio) una carga semiótica. Nos hablan siempre de quienes lo usan, nos cuentan una historia, nos reflejan a su poseedor. Son lo opuesto a los elementos que transforman el espacio, por eso paneles y luces son reducidos a su mínima expresión: placas de tela y haces monocromos: los objetos, en cambio, se transforman en complejas esculturas expresionistas.
Vestuario
Se aborda desde la valoración de su función expresiva. Desde este lugar se han trabajado los colores de los vestidos. Las cuatro hermanas que viven en la casa llevan vestidos sin color, pensando que el negro y el gris no son colores.
El negro siempre supone oscuridad, encierro, muerte, soledad, desolación, miseria del alma, desamor. Pero es a partir del gris que se plantea un corte, porque este implica una conexión con el blanco. Un destello de vida puede resurgir. Una veta escondida que una vez tuvieron y que las circunstancias oscurecieron.
De todas maneras, a pesar de la uniformidad de tonos, cada hermana lleva detallada su particularidad, su manera de relacionarse con las circunstancias, a partir del trabajo de las formas. Un escote para Julia, una sobrefalda de tul para Elizabeth, líneas duras y sin lugar a la piel para Lucrecia, y un delantal que coloca a Ernestina por detrás de la belleza, son algunas de las pautas que tienen que ver en la composición de estos personajes.
La hermana que rompe con la cotidianeidad familiar, Elena, introduce el rojo. Rojo que puede llegar a significar un gran amor, que subjetiviza, que proclama la unión de la sangre. Esta mezcla, amor y sangre, nos ofrece variaciones, en donde puede haber más intensidades de una o de otro. Variaciones que marcarán el ritmo de los acontecimientos en función de un desenlace insospechado.
Hay un juego de obviedades en estos colores, que esconden una sentencia: las apariencias engañan. Y un juego de símbolos que dejan atrapadas a la vida y a la muerte en fuertes lazos de amor.
La hermana que rompe con la cotidianeidad familiar, Elena, introduce el rojo. Rojo que puede llegar a significar un gran amor, que subjetiviza, que proclama la unión de la sangre. Esta mezcla, amor y sangre, nos ofrece variaciones, en donde puede haber más intensidades de una o de otro. Variaciones que marcarán el ritmo de los acontecimientos en función de un desenlace insospechado.
Hay un juego de obviedades en estos colores, que esconden una sentencia: las apariencias engañan. Y un juego de símbolos que dejan atrapadas a la vida y a la muerte en fuertes lazos de amor.
Ficha Técnica
Actúan
Andrea Antinelli
Laura Bruzzo
Patricia Ghisoli
Cristina Carozza
Claudia Piccinini
Dirección de Arte
Miguel Balaguer
Objetos
Carolina Dei Cas
Vestuario
Patricia Perez
Composición y Asesoramiento Musical
Juan Pablo Gonzales
Dramaturgia
Laura Bruzzo
Asesoramiento Técnico de dramaturgia
María Masseroni
Iluminación y Sonido
María José Vitta
Miguel Balaguer
Diseño Gráfico
Valentina Revassa
Asesoramiento Actoral
María José Vitta
Asistencia de Dirección
Asistencia de Dirección
Patricia Ghisoli
Dirección
Cristina Carozza
Idea y producción general
Idea y producción general
Compañía Teatral El Eslabón Perdido